Mostrando entradas con la etiqueta Filosofía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Filosofía. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de diciembre de 2008

Anécdota de un anónimo.

Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un bote grande de vidrio y procedió a llenarlo con pelotas de golf. Después, preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí. El profesor cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del bote. Estos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

Después, el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del bote. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos. El profesor volvió a preguntar de nuevo si el bote estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime. El profesor, rápidamente añadió dos tazas de café al contenido del bote y, efectivamente, llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían.
Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo: "Quiero que os fijéis que este bote representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que te apasionan. Son cosas que, aunque perdiéramos el resto y nada más nos quedasen estas, vuestras vidas aún estarían llenas. Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche... La arena es el resto de las pequeñas cosas"
Continuó diciendo:
"Si primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para los perdigones, ni para las pelotas de golf. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes. Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Ve con tu pareja a cenar, juega con tus hijos, concédete tiempo para ir al médico, practica deporte, disfruta con tu afición favorita..."
.. y terminó con:
"Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, para reparar la llave del agua. Ocúpate primero de las pelotas de golf, de las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades, el resto solo es arena".
Uno de los estudiantes levantó la mano y le preguntó qué representaba el café. El profesor sonrío y le dijo:
"¡Me encanta que me hagas esta pregunta!. El café es para demostrar que aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo." - Anónimo

domingo, 30 de noviembre de 2008

"Leer filosofía es hacer filosofía o perder el tiempo, y sólo quien ha sentido el vértigo del abandono a la libertad del pensamiento puede aproximarse con provecho a la experiencia del pensador y hacerla suya. Porque el pensador - aunque lo dude el hombre del sentido común - no hace sino relatar su viaje sin retorno al núcleo de la experiencia vivida. Lo que efectivamente lo distingue de las otras conciencias no es abstraer el contenido de la sensación inmediata, sino justamente negarse a la abstracción impuesta por la memoria de la sensación y sus signos, negarse a la nivelación decidida por un supuesto sentido común para perseguir el sentido inmediato mismo, y es así - en la última soledad de su azaroso pero inmanente concebir - como se une a toda otra conciencia pensante.
El filósofo es el hombre de exceso en la experiencia, el que siente lo inmediato y dice su sentir para infinito escándalo de quienes tienen ya establecido qué ver, qué oir, qué decir, qué hacer, dónde encaminarse y qué desear. Por eso mismo, su enemigo no es este o aquel grupo de individuos, ni esta o aquella cultura, sino el grupo en general, todos los miembros del rebaño en cuanto tales, y sólo en cuanto tales. Como describía la elegía Pan y Vino de Höldering, el pensador es el sacerdote de la luz que erra, ebrio, a lo largo de la noche sagrada. Como afirma la rara serenidad del indio yaqui, interlocutor del estupefacto antropólogo Castaneda, el sabio no tiene honor, no tiene casa, no tiene familia, no tiene patria; tiene solamente una vida que vivir".

Antonio Escohotado