Incluso cuando se sienten como romanos
-de aquellos, de la época de la
Decadencia-
se rascan la memoria con la dos manos
sin poder hablar más que con su silencio.
Y ya no quieren hacerse amar
porque se da muy poco importancia.
Están desesperados,
pero con elegancia...
Sienten la pendiente más resbaladiza
que antaño, cuando su cuerpo aún
era ligero.
Y leen en lo ojos de las Hechiceras
que cincuenta años es una provincia.
Y queman su juventud moribunda
aparentando que les hace gracia.
Están desesperados,
pero con elegancia...
Y van atravesando los bares
donde ya son los más viejos
salpicando con las propinas
a callados camareros.
Y les susurran barbaridades
a hembras que casi están rancias.
Están desesperados,
pero con elegancia...
Conocen el peso de su cobardía
y pueden no perdonarse jamá;
y saben prescindir un día y otro día
de eso que se entiende por felicidad.
Y aunque ya casi no hay en qué soñar
se sienten orgullosos
porque aún bailan sus almas.
Están desesperados,
pero con elegancia...
Jacques Brel
1 comentario:
A buenas horas mangas verdes, alédome de ser tresoreboadas, shh que vienen....
caca
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